La verdad, no me gusta mucho como esta escrito esto... pero solo quería transmitir la idea, a ver si alguien se identifica. Son experiencias que comparto con varias de las personas que me rodean.
Hoy me encontré a mí misma enajenada, mirando fugazmente por la ventana del auto, sintiendo como una pequeña ola de esperanza naufragaba por mi ser. Nunca suelo darme cuenta de estas cosas, como si yo no existiera dentro de mi cuerpo y fuese otra adivinándome desde afuera. Pero hoy la suerte me crispó al oído y un relámpago de imágenes me arrastró hasta el más profundo de los viajes astrales. Qué sensación tan placentera, tan atisborradora de emociones. Sentirse por fin uno mismo y no otro. Esos momentos de sinceridad, cuando uno deja de acallar represivamente nuestro “yo” interno y lo deja fluir, libre como la desnudez.
El auto se movía zigzagueante en el tráfico y que poco me podía importar aquello. Un atisbo de sonrisa surge en mi rostro como mueca, la desesperación de las bocinas era sólo un zumbido opaco; yo estaba lejos, casi tan lejos como cerca. A un segundo de la verdad, a un respiro de la luz… Ojos circulares, inmensos como la luna apaciguadora, que me ven a mí sentada frente a mí misma. No hay ilusión, no es mimética… es la realidad de las realidades acaecidas, es la tormenta desatada por Dios, es un sinfín de ideas incontrolables, amalgamadas, pero, finalmente, es algo que no es ni será.
No intentes arrancarme de mi viaje, sólo tiene un boleto de ida y la vuelta depende del grado de abstracción al cual me someta.
La cosa es, que estando allí tan absorta, vi que todo esto es una farsa; una diacronía anacrónica. Qué crees, a mí misma me costó entenderlo. Fuimos criados para pensar que el mundo gira y que la mariposa Fouconiana es verdadera, pero, en verdad, el mundo es un ciempiés que no camina y la mariposa, ¡ah, la mariposa!, es un grito incontrolable de nuestro cuerpo estático, agonizante. Sí, ya sé que no entendes y nadie dijo que lo fueses a hacer. Pero, pensalo. Es como mirarte al espejo y verte sin ojos. No, no digo que somos ciegos. Sólo digo que vemos un mundo trastornado por nuestra imaginación. Locamente giramos sin arrebatos; dormimos a pies descalzos y soñamos a plena voz racional. Las palabras que construyen el universo se dispersan por el horizonte descolorido y se tambalean abruptamente. Tu manotazo para sujetarlas no sirve, ellas predisponen su lugar, su fin. Vos sos el Gran Creador, pero un simple servidor de sus aconteceres…
Las ruedas del auto dejan de rodar, y de un golpe, todo vuelve. Me saludo a mí misma- nunca sabré cuando me volveré a ver otra vez- y luego, como un trapo usado, vuelvo a casa contagiada de… de… de eso que no sé que es, pero que me envuelve. Y ahora sí que me vuelvo a perder, cuando abro la puerta y la cotidianeidad abrumadora me invade. Respirar es sólo cuestión de segundos, lo difícil es dejar de hacerlo.
Adiós al viaje astral, adiós a ese mundo paralelo… todo se esfuma con el auto que se va y que no promete volver.
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