Monday 16 August 2010

Cuento viejo

El aire destartalado consumió
esa voz que siempre fue tan tuya;
y como una melodía
se fue gastando tu originalidad.
Ya eres cuento viejo,
en esta loca ciudad.
No hay espejos que te vean,
ni sonrisas que te encuentren,
solo queda ese aroma
a viejo despertar.

Y no te lamentes,
si cuando vuelves,
no hay lógica ni azar;
todo es tan ambiguo,
quizá algún día te encontrarás.

De a poco la lluvia esconde,
esconde todo aquello que quiso regresar.
Turbulenta lluvia y un adiós
que se olvido de rescatar.
Y cuando vuelva a caer la tormenta
allí estará de nuevo,
abriendo el cielo y cantando
que el cuento viejo quiso despertar.
Pero tú ya sabes cuento viejo
Eso era el final.

Sólo digo que ya eres cuento viejo
en esta loca ciudad.
Y cuando un cuento es viejo
se termina.
Ya no hay vuelta atrás.

Thursday 12 August 2010

Rostros desconocidos

Entre tantos rostros desconocidos no me encuentro. Vuelo entre experiencias que no comparto, saboreo el tibio y frágil sentimiento de no ser conocida, de volver a empezar, de ser otra desde todo aquello que fui y que ya no importa. Los amigos, tan importantes para llegar a la cima de la pertenencia, se resbalan por mis dedos como agua y de pronto ya no sé si el rostro que recuerdo pertenece a ésta o aquélla situación. Recuerdo risas y abrazos y días nublados con dulce de leche… hay veces que ya ni eso recuerdo y todo es una nube gris que revolotea por mi cabeza. No es triste, más bien diferente, nuevo. Es como querer saltar de nube en nube sin antes haber aprendido a volar. Pero los rostros desconocidos bailotean como humo frente a mí y poco a poco van adquiriendo ese entusiasmo y placer que provoca el reconocimiento. Ya no son figuras, son nombres, nombres con personalidad y carácter; almas formadas lejos de mí, pero que hoy la vida trajo a mi lado para compartir un par de pasos en este camino a libro abierto.
-Señor, ¿usted sabe llegar al monte del perdón? Hace rato que cargo con esta mochila y la quiero despachar…
-No, disculpe señorita, pero no he andado por esos prados aún; aunque escuché que acá a la vuelta del edificio de la experiencia vive un hombre bastante sabio que conoce casi todo el barranco del camino de la vida. Quizás él pueda ayudarla.
Y un gracias se resbala de mi boca, casi sin pensarlo. El edificio de experiencia y otro extraño más que, quizás, pueda ayudarme o, quizás, sea otra pérdida de tiempo como los lapsos vacíos de contenido. Yo no sabré llegar sola allí arriba, pero ¿qué tan difícil puede ser cargar con mi mochila, sola, si yo fui la que la llene de incongruencias antes de empezar el viaje?
Y el vaivén continúa. Es difícil no reírse cuando sabemos que todos estamos encaminados de la misma manera, pero solo algunos encuentran la puerta que los lleva allí, donde cada uno tiene que estar.

Sunday 8 August 2010


-¿Tenés un minuto? Necesito hablar con vos…

-Sí, pero que sea rápido, no me gusta hablar.

-Entonces sólo escuchá. Se me antoja que algún día de estos salgamos a gritar eufóricamente debajo de la lluvia, y corramos sin parar hasta llegar a ningún lugar y que todo nos parezca ensoñación. Necesito dejar esta máscara que me esconde en la niebla, necesito sacar ese yo-interior y liberarme como si no tuviese un pasado que me ata y me arrastra por todos lados a su gusto. Somos como marionetas y estamos determinadas por esta obra que nos tocó actuar, pero ya no más. Necesito ser yo, y punto, no hay nada más que decir. Es como si de un día para el otro me hubiesen mostrado el polvo que se juntó en el aura de mi personalidad y me hubiesen reclamado que limpiara un poco ese desastre. Yo lo quiero limpiar, y a fondo, ¿qué es esto de andar empolvada cuando se puede ser transparente? ¿Vos qué decís? ¿Venís o te quedás?

-Qué querés que te diga, yo estoy cómoda así. Nadie me cuestiona, nadie me molesta, yo hago la mía. Vos andá, corré y gritá, hacé lo que quieras. Al fin y al cabo, la sociedad condena y más vale ser una marioneta que un alma desencajada.

-Pero, ¿cómo podés decir tantas estupideces juntas, me explicás? Yo no me conformo, yo no me conformo. Si quieren tener mi alma, que se arrastren por el piso hasta cansarse… a mí nadie me viene a opacar así. Ya voy a correr y a gritar y ya vas a ver qué tan bien se siente. Vos estas de la cabeza, querida, y de eso nadie te arregla.

-¿Terminaste? Por que me tengo ir, y ya te dije que no me gusta hablar. No entiendo por qué insistís en comunicarte, si al fin y al cabo lo único que hacemos es intercambiar significantes carentes de significado; sonidos sin sentido. La oración, ¡JA!, qué chiste, eso ya no existe en este mundo atolondrado. Me voy.

-Andá tranquila y acordate, esta es la última vez que me vas a ver así. Este fantasma que soy cumplió su ciclo, mañana ya seré yo misma; hoy soy mi máscara. Todos somos máscaras y vos no querés abandonar la tuya.