Tuesday 12 May 2009

Irónica realidad

Qué oscuras se veían las escaleras esa noche. Ni una gota de luz entraba por la ventana. Entonces era inútil querer cerrar las cortinas, porque la luna había desaparecido. Y la oscuridad colmaba mi paciencia, porque el silencio y la oscuridad… simplemente no iban afín. Y yo estaba sentada, al pie de la escalera, mirando. Mirando la simpleza de los escalones, mirando cómo cada uno se conectaba con el que lo seguía, observando el riesgo y la suerte. Pero luego me perdí, por un instante o más, quizás. Miraba pero no veía. Mis ojos, engañados, veían las estrellas.

Yo no estaba allí.

De pronto veía como mis pies caminaban por cuenta propia, cómo ellos decidían por mí. Mis manos temblaban del frío y del miedo y mi cuerpo descubierto encontraba protección nada más que en la brisa helada del mar. Cada vez más cerca, mis pies se mojaban en la orilla. Esa sensación tan agradable… y de pronto estaba nuevamente sentada al pie de la escalera.
Entonces me di cuenta que siempre fui yo y el vacío, yo y la escalera, yo y la soledad. Pero que ironía. Pensar que yo creía que este mundo sería diferente para mí, que las puertas de la miseria y el olvido se abrirían de par en par y me dejarían pasar sin cuestionarme. Pero no. La vida me fue infiel como a todos los demás.
Que ironía, que ironía… Pensar que yo creía, pensar que yo soñaba, pensar que una vez fui y que ahora ya no soy más. Que irónica que es esta vida, que detrás de una cortina de agua esconde un mundo de colores inalcanzables.

Friday 8 May 2009

Vivan las monarquías

Reprimir. Juzgar. Señalar. Desvalorizar y delatar. ¿Qué se puede obtener de esto? ¿Una hipocresía? ¿Una tiranía? Somos individuos que nos encontramos acorralados frente a estos valores. Sugieren ellos, los que deberían ser el ejemplo, que adoptemos estos ideales y los transformemos en propios. Nos desarman poco a poco con sus ideas irracionales. Nos piden que empujemos a nuestros compañeros, a nuestros aliados, del borde del abismo de la culpa, a una culpa más inmensa que el mismo océano. Sugieren que nos manifestemos cuándo algo nos parece injusto, pero, cuando lo hacemos ¿Quiénes son los que nos callan? Ellos mismos, los del ejemplo, los que quieren controlar hasta el último respiro que dio nuestra abuela muerta; los que quieren succionar de nosotros la misma esencia que nos identifica. Nos reprimen diariamente con sus reglas y no reglas; nos indican un camino que es injusto y solitario. Nos juzgan, tan terriblemente, como si el pecado cometido significara la perdición de la humanidad. Nos enseñan ellos, los del ejemplo, que señalar y lavarse las manos es el sendero indicado para el triunfo. Nos reprimen nuevamente, nos desvalorizan cada día un poco más. ¿Quieren que delatemos? ¿A quién? ¿Qué? ¿Que cada hombre por si mismo? ¿Cómo? ¿No éramos todos uno solo? Respondemos preguntas, decimos la verdad, algunos mienten, otros no. Aturdimos el destino intentando manipularlo. Pero los del ejemplo lo manipulan mejor y entonces ellos ganan la batalla. Pero, ¿qué ganan? Individuos desvalorizados y apesadumbrados. Eso ganan. Ganan la batalla que nadie quiere ganar. Sacuden sus valores con orgullo e intimidan a los sucesores de este caos.
Y entonces, el equipo que luchó por la igualdad, por la justicia, por lo correcto, es dejado fuera del camino; es omitido del gran imperio Tirano. Sí, pecaron y demasiado. Pero supieron cuándo y cómo hacerse valer. Es un equipo que persigue el camino de la gloria y que para alcanzarlo, no deja individuos detrás. Caminan atados unos a otros, crean un lazo incorruptible. Los del ejemplo, imposibilitados por esta inmensa ola que avanza sobre ellos, intentan reprimir este nuevo grito que surge, pero todavía no entendieron que este grito no reclama ni argumenta, sino que canta alegremente libertad. El equipo rompió cadenas y se liberó, se desprendió de su nido ensordecedor y finalmente vuela con las alas extensamente abiertas, de una manera indómita e inapagable.

Monday 4 May 2009

Frenesí de locuras

Esto va dedicado a mi sancho panza, que es la luz de toda mi inspiración:

A veces no logro entender qué sucede… el mundo da vueltas, gira sin cesar. Lo que hoy era blanco ayer fue negro y quizá mañana sea gris. Es un frenesí de locuras, un arrebato de la razón. ¿Es posible que sea tan difícil? Es un tropiezo constante con la realidad opresora, como si los cordones de las zapatillas estuvieran siempre desatados, atentando en contra nuestro, sin respiro. Una caída y otra más… Entonces el vaivén de estupideces que brota de mi cabeza, como si todo tuviera sentido en aquél mundo de absurdos. ¿Es posible?
¿Qué se hace cuando uno se encuentra invadido por una luz que abarca todo y quizás más y sin embargo no puede ver nada? Deberíamos quedarnos inmóviles, esperar, esperar a que esta ráfaga de alucinaciones se acalle. En cambio, nos lanzamos repentinamente a la tormenta con tanta furia y un estupor irreprimible. No hay tiempo para pensar, no se puede tener miedo, no hay tiempo para nada. Es una carrera hacia el infinito. Una carrera… ¿una carrera de qué? ¿A dónde debemos llegar con tanto apuro? No lo sé…simplemente es así. Nosotros corremos igual, siendo ciegos de la vida, porque la luz aún no se opaca, se vuelve cada vez más inminente…pero seguimos en la carrera, porque así somos… así de necios, así de incomprensibles, así de humanos. Corremos y no reparamos en lo que dejamos atrás. Eso ya es historia.

Friday 1 May 2009

Pintar con furia


Quiero gritar. Esto es un mundo desconocido para mí… tantas emociones que me invaden. Siento como mis manos se acaloran, como mi sangre fluye desesperadamente, como mi corazón se precipita y se enfurece… siento como mi racionalidad se pierde en el abismo y yo ya no soy yo, sino aquel. Yo morí momentáneamente, ya no pienso… yo odio, yo amo, yo sufro, yo temo. ¿Cómo hacer para volver? La furia es más fuerte que yo, no puedo entender que me pasa. Debo, pero no puedo. ¡Por favor, que alguien me ayude! Si esta catarata de insultos se desatara y brotara fuera de mi boca, que Dios los libre y los guarde, y bien guardados, porque el toro furibundo no se detiene ante nada. No hay misericordia, no hay control. Es solo un momento y PUF todo cambió. ¿Jamás creíste que sería posible? Pues, lo es. Ya dije que no soy yo, es él. Yo perezco y sufro las consecuencias.
Puedo decir que lo intenté y ¡cuánto! Cerrar los ojos, respirar, inhalar, exhalar, otra vez, inhalar, exhalar… contar, uno, dos, tres, cuatro, cinco, cinco, cinco veces QUE BRONCA. Lo intento, lo intento. Más fuerte, más fuerte. Pero el hormigueo sofocante comienza a recorrer mis venas con convicción. Avanza por senderos efímeros hasta llegar a la cúspide del nervio y entonces PLANK, la bandera roja flamea, gozosa de victoria, y mis ojos la quieren devorar caníbalmente. Se cierran algunas puertas, no hay ventanas. Todo es agobiante y no hay solución más que… No lo pude evitar, sucedió y no lo recuerdo.
PLUM, PLAF, KATAPUM… me temo que sí, llegó el momento. Razón divina que me condena arduamente, ¿qué hiciste? La estructura se derrumba ante mis ojos y me veo lamentando entre las ruinas… ¿Qué hiciste? repite la voz. El eco es inconsolable y no se acalla jamás. Sí, a veces se pierde, pero me vuelve a encontrar y retumba con la misma intensidad de siempre.

Entonces grito. No escuches, pero AAAAAAAAAAAGGG. Gracias. No hay necesidad de ser tan callada si ya no queda nadie que te pueda escuchar. AAAAAGG. Suspiro. La lágrima cae y permanece. No te escondas, es glorioso ser humano y sentir.