Tuesday 22 September 2009

Oda a María

A pedido de María Chobadindegui, esta oda fue inspirada en algunas poesías románticas (de allí su tono grasa jaja). Para que se deleiten riéndose un rato:

Tu nombre suena
cual serenata de amor
en mis oidos.
Candente color marrón
que se esboza en tu piel,
dibujas mi suerte
sin siquiera saberlo.
¡Oh, María! Eres
mi dulce agonía.

Susurras sigilosas sonrisas,
tus labios se curvan al son de la luna.
El aire tímido se torna,
el tiempo tararea tu melodía.
¡Oh, María! Tú,
mi dulce agonía.

Y el cielo suspira
cuando cuenta se da
que un ángel se ha caído
de su reino imperioso.
Eres tú, altizonante mujer,
el gran cádiz de mi porvenir.
Suena tu nombre
¡Oh, María!
y el resto ya no es nada,
tú eres la lumbre de mis ojos,
la razón de mi existir.

Thursday 17 September 2009

Arte poetica

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.


Jorge Luis Borges - 1960

Saturday 12 September 2009

Falaz confusión

Algunos dicen que el tiempo sana, otros dicen lo contrario. Yo no sé que digo. A veces me convenzo irremediablemente de que el tiempo es mágico y que permite olvidar. Otras veces… otras veces me acuerdo de todo y el recuerdo es tan vívido. Pareciera que el tiempo no hubiese pasado, que los segundos se contaran como horas y que este reloj maligno prefiriese detenerse cada cuatro por tres para agravar esta condena.

Ayer te crucé por la calle. Ibas caminando a lo de esa fulanita que tanto te gusta. Estabas nervioso, lo pude notar en tu forma de pisar, en tu aire de don nadie, en tu mirada tímida, en tus labios convulsivos…
Me miraste tan profundamente, como si pudieras leer en mis ojos todo lo que yo soy y lo que nunca pude ser. La fulanita te espera, pensaba, pero vos seguías ahí, tan compenetrado, como si yo fuese un fantasma. Yo quise apartarme de tu mirada, lo quise en principio. Si lo hubiera intentado más arduamente, quizás lo hubiese logrado. Pero ese no-sé-qué de vos me sigue atrapando, claramente. Después terminó todo. Nos dimos cuenta de lo insensato de aquello, de la insensatez de todo, de cada parpadeo, de cada neurona que se apaga por no encontrar su función en aquel momento loco. Vos decís que no te importa, y a veces quisiera creer en tus mentiras. Pero la vida me enseño diferente; hoy puede ser mañana o ayer, todo depende de cómo lo quieras. Cada uno manipula su existencia, es sólo cuestión de que lo entiendas. Por eso, tus mentiras se resbalan de mi mano como arena. Vos no entendes que jugar a los engaños conmigo es, es como jugar a los dados con Dios. No tiene sentido ni fin. Pero eso es lo que sos: un ente indescifrable, un arrebato a mi razón… un símbolo lunar, una carta en el olvido, una botella perdida en el medio del mar, un adiós que nunca fue, un perro sin dueño, una lágrima sin rostro, un… hombre sin agallas. Por eso el destino jugó con nosotros al ajedrez y ¡cómo se divirtió! Yo en un extremo y vos en el otro, como dos peones manipulados por una fuerza extrínseca a nosotros, que nos mueve fuera del tablero, a un horizonte desdibujado por el olvido. Yo me quede pensando en esto, en como las cosas habían cambiado, en como ya no éramos los mismos… vos te ibas caminando más nervioso que antes, yo seguía tan tranquila como siempre. La fulanita te esperaba… ¿volver o no? Y no lo hiciste, sabes muy bien que no se puede, el tren se fue sin vos y no quiere volver. Qué triste, saber que te quedaste sentado en la estación del olvido, esperando que alguien te recuerde.

Friday 11 September 2009

Rumbo a la nada

La verdad, no me gusta mucho como esta escrito esto... pero solo quería transmitir la idea, a ver si alguien se identifica. Son experiencias que comparto con varias de las personas que me rodean.


Hoy me encontré a mí misma enajenada, mirando fugazmente por la ventana del auto, sintiendo como una pequeña ola de esperanza naufragaba por mi ser. Nunca suelo darme cuenta de estas cosas, como si yo no existiera dentro de mi cuerpo y fuese otra adivinándome desde afuera. Pero hoy la suerte me crispó al oído y un relámpago de imágenes me arrastró hasta el más profundo de los viajes astrales. Qué sensación tan placentera, tan atisborradora de emociones. Sentirse por fin uno mismo y no otro. Esos momentos de sinceridad, cuando uno deja de acallar represivamente nuestro “yo” interno y lo deja fluir, libre como la desnudez.
El auto se movía zigzagueante en el tráfico y que poco me podía importar aquello. Un atisbo de sonrisa surge en mi rostro como mueca, la desesperación de las bocinas era sólo un zumbido opaco; yo estaba lejos, casi tan lejos como cerca. A un segundo de la verdad, a un respiro de la luz… Ojos circulares, inmensos como la luna apaciguadora, que me ven a mí sentada frente a mí misma. No hay ilusión, no es mimética… es la realidad de las realidades acaecidas, es la tormenta desatada por Dios, es un sinfín de ideas incontrolables, amalgamadas, pero, finalmente, es algo que no es ni será.
No intentes arrancarme de mi viaje, sólo tiene un boleto de ida y la vuelta depende del grado de abstracción al cual me someta.
La cosa es, que estando allí tan absorta, vi que todo esto es una farsa; una diacronía anacrónica. Qué crees, a mí misma me costó entenderlo. Fuimos criados para pensar que el mundo gira y que la mariposa Fouconiana es verdadera, pero, en verdad, el mundo es un ciempiés que no camina y la mariposa, ¡ah, la mariposa!, es un grito incontrolable de nuestro cuerpo estático, agonizante. Sí, ya sé que no entendes y nadie dijo que lo fueses a hacer. Pero, pensalo. Es como mirarte al espejo y verte sin ojos. No, no digo que somos ciegos. Sólo digo que vemos un mundo trastornado por nuestra imaginación. Locamente giramos sin arrebatos; dormimos a pies descalzos y soñamos a plena voz racional. Las palabras que construyen el universo se dispersan por el horizonte descolorido y se tambalean abruptamente. Tu manotazo para sujetarlas no sirve, ellas predisponen su lugar, su fin. Vos sos el Gran Creador, pero un simple servidor de sus aconteceres…
Las ruedas del auto dejan de rodar, y de un golpe, todo vuelve. Me saludo a mí misma- nunca sabré cuando me volveré a ver otra vez- y luego, como un trapo usado, vuelvo a casa contagiada de… de… de eso que no sé que es, pero que me envuelve. Y ahora sí que me vuelvo a perder, cuando abro la puerta y la cotidianeidad abrumadora me invade. Respirar es sólo cuestión de segundos, lo difícil es dejar de hacerlo.
Adiós al viaje astral, adiós a ese mundo paralelo… todo se esfuma con el auto que se va y que no promete volver.