Algunos dicen que el tiempo sana, otros dicen lo contrario. Yo no sé que digo. A veces me convenzo irremediablemente de que el tiempo es mágico y que permite olvidar. Otras veces… otras veces me acuerdo de todo y el recuerdo es tan vívido. Pareciera que el tiempo no hubiese pasado, que los segundos se contaran como horas y que este reloj maligno prefiriese detenerse cada cuatro por tres para agravar esta condena.
Ayer te crucé por la calle. Ibas caminando a lo de esa fulanita que tanto te gusta. Estabas nervioso, lo pude notar en tu forma de pisar, en tu aire de don nadie, en tu mirada tímida, en tus labios convulsivos…
Me miraste tan profundamente, como si pudieras leer en mis ojos todo lo que yo soy y lo que nunca pude ser. La fulanita te espera, pensaba, pero vos seguías ahí, tan compenetrado, como si yo fuese un fantasma. Yo quise apartarme de tu mirada, lo quise en principio. Si lo hubiera intentado más arduamente, quizás lo hubiese logrado. Pero ese no-sé-qué de vos me sigue atrapando, claramente. Después terminó todo. Nos dimos cuenta de lo insensato de aquello, de la insensatez de todo, de cada parpadeo, de cada neurona que se apaga por no encontrar su función en aquel momento loco. Vos decís que no te importa, y a veces quisiera creer en tus mentiras. Pero la vida me enseño diferente; hoy puede ser mañana o ayer, todo depende de cómo lo quieras. Cada uno manipula su existencia, es sólo cuestión de que lo entiendas. Por eso, tus mentiras se resbalan de mi mano como arena. Vos no entendes que jugar a los engaños conmigo es, es como jugar a los dados con Dios. No tiene sentido ni fin. Pero eso es lo que sos: un ente indescifrable, un arrebato a mi razón… un símbolo lunar, una carta en el olvido, una botella perdida en el medio del mar, un adiós que nunca fue, un perro sin dueño, una lágrima sin rostro, un… hombre sin agallas. Por eso el destino jugó con nosotros al ajedrez y ¡cómo se divirtió! Yo en un extremo y vos en el otro, como dos peones manipulados por una fuerza extrínseca a nosotros, que nos mueve fuera del tablero, a un horizonte desdibujado por el olvido. Yo me quede pensando en esto, en como las cosas habían cambiado, en como ya no éramos los mismos… vos te ibas caminando más nervioso que antes, yo seguía tan tranquila como siempre. La fulanita te esperaba… ¿volver o no? Y no lo hiciste, sabes muy bien que no se puede, el tren se fue sin vos y no quiere volver. Qué triste, saber que te quedaste sentado en la estación del olvido, esperando que alguien te recuerde.
No comments:
Post a Comment