Monday 12 September 2011

Recorriéndonos


Cuántas veces sentimos que la vida se nos va por entre las manos, que no hacemos lo que realmente queremos, que la vida nos avasalla con su ritmo exorbitante; nunca hay tiempo para darnos tiempo a nosotros mismos, ¿cómo encontrarnos en esta habitación tan grande? A veces pienso que nunca llegaremos a conocernos plenamente, que el misterio más profundo de nuestro ser jamás será develado. La oscuridad nos pisa los talones, nos persigue riéndose de nosotros y promete nunca detener su acción roedora. ¿Y si yo quiero darle luz a todo esto que somos nosotros? ¿Si yo quiero conocerme, entenderme, y, quizás, amarme? ¿Cómo hago? ¿Podré? ¿Podrá alguno?
            Y me quedo callada cuando entiendo que no sé en qué consiste todo esto, no sé ni cómo ni dónde empezar, quiero encontrar luz, pero sólo encuentro más oscuridad. ¿Qué nos lleva a actuar de la manera en que lo hacemos? ¿Por qué elegimos ciertas cosas y no otras? Serán las circunstancias, el momento, el día, la tristeza, la alegría, el dolor, la verdad, la mentira. No sé, a veces creemos que nuestros valores son los que realmente valen la pena, pero ¿quién nos da esa certeza? Estamos tan convencidos de que todas nuestras creencias son las verdaderas, hasta que un día sucede algo y todo aquello que sosteníamos como único e indiscutible es derribado de ese podio en el que lo habíamos ubicado. Todo nuestro mundo se da vuelta, nos sentimos apresados en el miedo, en la inseguridad, queremos gritar porque ya no sabemos qué más hacer.
Damos ese grito finalmente, con lágrimas en los ojos, enervados porque ya no entendemos nada y tampoco queremos hacerlo. Vagamos por la vida ensimismados, con un halo de dejadez, intentando encontrar nuestro centro, nuestra esencia. Queremos seguir creyendo esa mentira que siempre creímos: que nos conocíamos a nosotros mismos, que sabíamos quiénes éramos, que sabemos qué queremos ser.

¿Quién te dijo, pibe, que eso era verdad?

Nadie, nadie nunca te certificó nada. Seguimos en la misma de antes; en el medio de la nada, sentados al lado de nosotros mismos sin poder hablarnos, sin siquiera poder mirarnos, pero llenos de curiosidad, muriéndonos de ganas de voltear la cara y descubrir quién es ese que está a nuestro lado. Pero, cuando lo hacemos, ¿qué crees que sucede? Simplemente te das cuenta que ya no hay nadie allí, que volteaste el rostro muy tarde y estás sólo, en una habitación espejada, con mil ojos que te miran sin realmente verte. Vos te mirás, pero no te encontrás, ese espejo te engaña porque no refleja tu rostro, sino aquello que algún día quisieras ser. Mirate, querido, no te pierdas este show; vos sabés bailar muy bien.