
El mundo parece acabar
Con tus suaves caricias
De tinte rojo y negruzco.
El silencio perdona el exceso,
Se sublima el aire y el tacto,
Y como cascada caen los deseos,
Que irrumpen agitados,
Cual fogosa tempestad.
La brisa recostada a mi lado
Canturrea sonetos de amor:
“si Do suspirara secretos,
Fa-Re hablaría de vos.”
Vibran las notas
Al son y al ton
Como ensoñaciones melódicas.
Tus labios extasiados, fervorosos,
Dibujan senderos vedados a otros.
Son un sinfín de delirios amalgamados
Que explotan con furia falaz.
Pero el tiempo seduce al olvido,
Recubre de nada a la esperanza,
Se agita el recuerdo y sucumbe,
Y se duerme la suerte abandonada.
Vuelve la música y trae consigo
Espinas de tinte rojo y negruzco.
Duelen caricias y amores,
Arde el tiempo en las venas,
Duele el sol por las mañanas
Y la luna en las madrugadas.
Duele no verte de nuevo,
Duele que los días olviden tu melodía agridulce,
Duele sentirte distante
Y saberte tan fuera de mí.
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