
Cuando el caos se convierte en realidad y todo se transforma. Encontrarme sentada al lado tuyo y, al mismo tiempo, no estarlo. Mirar los rostros como queriendo entender qué sucede, pero estar volando por otros lados. A veces es un ataque de psicosis extremo, otras veces es un puente que me invita a caminarlo y que me lleva hacia el otro lado. ¿Qué otro lado? Lo mismo me pregunto, nunca sé que "otro lado" será esta vez, siempre es diferente, todo cambia, nada vuelve. Quizás será que somos como locos asustados, vaya uno a saber.
Y me topo casi siempre, sí, casi siempre, con esa cara de amargura, de desprecio, que intenta reivindicarme al ahora y al acá, al momento... yo no entiendo... a mí me gusta irme por aquellos senderos en los cuales nunca sé que va a pasar. Caminar agarrada de la mano de un extraño, soltar una carcajada al aire sin que nadie diga nada, dejar que mis pensamientos se escapen por mi boca como un monologo interno que no busca respuestas ni comprensión, perderme intensamente en el vacío y estar profundamente conectada con algo que esta más allá... yo no entiendo, qué problema hay con que seamos anormales, que seamos diferentes. Y sigo riendome sola, sin poder contenerme... qué gracia, che, que nos separen abismos tan grandes estando tan pegados unos a los otros. Como dije antes, estar sentada al lado tuyo, pero en realidad no estarlo.
Ayer, que cosa rara, me cruze con un alguien, un alguien para otro, porque para mí era simplemente un extraño (como todos, ¿no?) y cuando me habló fue como si hubiese sacado las palabras de mi boca, como si yo, o mi alma, se hubiese metido en su cuerpo y lo hubiese obligado a decir lo que dijo.
"Todos viven apurados acá en Buenos Aires, corren una carrera que no existe. Y nosotros nos acoplamos porque no nos queda otra, ¿quién nos enseña que la vida es diferente? ¿El taxista que te pega un bocinaso porque tardaste una milésima de segundo en avanzar cuando el semaforo se puso en verde?"
Y entonces entré en parálisis y me reí, me reí mucho, tanto que ya no me acuerdo cuándo pare de reirme. ¿Cómo puede ser que a veces todos puedan ser más yo de lo que yo misma puedo ser? No sé que es lo que me enajena de mí misma, quizás un pirata me tiro por la borda de mi propia conciencia y ahora me ahogo en un mar desorbitado, buscando errante como salir. Y digo, ¿no?, si todo colapsara, mis pies serían mis manos y vomitaría flores para mi jardín. Sí flores, de colores o negras. Las pondría en un jarrón en mi mesita de luz y me sentaría a contemplarlas. Algún día podrían llegar a decirme algo, por eso yo me sentaría y las miraría hasta cansarme. Sólo digo que me vengan a buscar, no vaya a ser que la conversación con las flores que vomité se torne intensa y no pueda apartarme de allí. Quizás a vos te hablen también, pero lo más probable es que no las sepas escuchar.
No comments:
Post a Comment